Grupo Mosh, en la Costa del Sol, es sinónimo de ubicaciones extraordinarias, arquitectura e interiorismo evocadores y una propuesta gastronómica inspirada en las raíces conceptuales de cada uno de sus locales donde la moda, la música y el hedonismo son un modo de entender la vida. Posicionar a este grupo líder en un referente de los fogones es el objetivo Francesco Franceschini, quien con gran talento ha sabido elevar los diferentes restaurantes del grupo a un alto nivel de experiencias culinarias. Para este chef, buscar la estrella Michelín sería subirse a un nuevo reto.
¿Ser chef ejecutivo del Grupo Mosh le emociona?
Muchísimo, porque es un gran desafío y consiste en posicionar a un grupo líder en entretenimiento y demostrar que también es referente en el mundo de la gastronomía. Hay muchos objetivos que desarrollar a diferentes niveles, hay que crearlo todo prácticamente desde cero. Lo bueno es que me he encontrado con un potencial enorme y yo adoro los retos así que, puedo decir que este es el mayor que encontré en mi vida.
Está al frente de seis restaurantes de un grupo líder en la Costa del Sol ¿Cuál va a ser el sello de distinción?
El sello de cada uno es la calidad que trabajamos y que está presente en cada propuesta gastronómica. Pero hay algo más y es el amor que ponemos cuando trabajamos, cuando creamos… En Grupo Mosh cuidamos cada aspecto en lo relativo a la cocina y al entretenimiento sin que ninguno de estos valores pierda peso o protagonismo. Estamos entregados con la buena gastronomía, con la pasión por la cocina. Como suele suceder en estos sitios, los momentos de diversión suelen acaparar todo el protagonismo relegando la propuesta gastronómica a la nada, a algo sin valor. Yo trabajo para que ese sello, esa impronta, la de la buena gastronomía, esté bien arriba y no se nos conozca solo por lugares en los que pasarlo bien, sino también en los que alimentarse poniendo en guardia todos los sentidos.
¿Con qué plato se identificaría cada uno de los espacios gastronómicos del grupo?
Bien, hay muchos platos que identifican a cada lugar y que muestran parte de su esencia y espíritu…. En Playa Padre, por ejemplo, están las Alitas de pollo o el Ceviche, porque son platos que fueron pensados para servir especialmente aquí. En Nido, el flan de mi abuela, sin duda, como postre, seguido de la Stracciatella (burratina) y las Paellas, porque son la imagen del Mediterráneo, es esencia pura, es producto… En Momento destacaría el Mini taco de atún, la picaña y el pulpo, son propuestas basadas en la técnica, recetas elaboradas con producto de calidad y cuyo resultado es reflejo del espíritu del propio restaurante lleno de sofisticación y elegancia. En Mosh Fun Kitchen destacaría el Pollo satay y nuestra selección de sushi. Son platos conceptuales que transmiten el alma de Mosh: Asia desde un punto de vista gastro informal. Por otro lado, Nu Downtown destaca por su Kinilaw de atún y el Katsu sando de Wagyu y gyozas de carrillera y curry verde que son el alma de un concepto desarrollado a través de mucha técnica y dedicación. Y, para terminar, en Motel Particulier, hay que destacar el Wellington de solomillo, el foie micuit y el lenguado menier porque Motel es pasión por la cocina francesa. Por la tradición de sus recetas ancestrales con técnicas de vanguardia.
¿Qué enseñanza transmite a su equipo?
Para empezar, que nada ni nadie está por encima del equipo. Después, que equivocarse está permitido. El mayor valor que tenemos como grupo es el trabajo en equipo, el sentimiento de familia y la humildad para trabajar en unión. Además, creo que de mis propios errores y, en general, de los fallos del ser humano es de donde se extraen los mayores aprendizajes. Claro que uno se puede equivocar mientras intenta hacer las cosas bien, pero el error que surge de algo que haces porque no te importa… Eso no. Te puedes equivocar pero con actitud. Sin actitud, no.
¿Se considera un gurú de la innovación?
No, en absoluto. Me considero un amante de la gastronomía y una persona que trata de transmitir el amor que siente por ella.
¿Qué debe poseer y que no, un perfecto gastrónomo?
No sé que debe tener un perfecto gastrónomo. Lo que sí sé es que una persona que ama la gastronomía debe tener amor por ella, conocimiento y empatía para tratar de aceptarla y/o entenderla. Y que se disfrute, eso siempre.
¿Opina que los comensales ven la cocina como expresión artística?
Algunos sí, otros no. Algunos solo piensan en que van a un lugar de juntarse y reunirse con amigos y otros en el placer de disfrutar de la cocina, como arte efímero que es.
¿Algún punto de inflexión a lo largo de su carrera?
Ha habido varios, claro. Mi relación con la cocina es como una montaña rusa. El primero, en 2005 cuando me enamoré de los fogones y toda mi vida empezó a girar entorno a ellos. Después, en 2015 cuando abandoné un gran grupo hostelero, mítico y convertido en un icono en Marbella. Me sentía realizado, estaba en lo más alto y, además, a punto de convertirme en socio… Pero algo me hizo parar. Me planteé seriamente si quería seguir mi carrera. Luego, en 2018, emprendí y la experiencia fue catastrófica. Tanto que pensé abandonar porque me hizo dudar de mi valía y de mi capacidad. Los niveles de estrés eran tan grandes… Y para terminar, en 2019 con el nacimiento de mi hijo pensé si las horas invertidas y la implicación que exige esta profesión me dejarían disfrutar de él, educarlo, jugar juntos… así que pensé que igual era el momento de cambiar de vida y buscar otro rumbo más relajado, más conciliador…
¿La gastronomía está bien considerada en un destino turístico como Marbella o Estepona?
Sí, totalmente. Si no, no estarían las grandes marcas o sellos gastronómicos y hoteleros aquí.
¿Su asignatura pendiente?
Buscar la estrella Michelín. Es una aventura en la que participé formando parte del equipo, hace mucho tiempo pero no era mi lugar entonces. Ahora, creo que Grupo Mosh lo merece y me gustaría que se reconociera. En realidad sería subirme de nuevo a un nuevo reto.
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