El hotel Nobu San Sebastián aterrizó en el epicentro de la bahía de la Concha, en un lugar privilegiado en el que el edificio conforma un tesoro de la Belle Époque. Antiguamente conocido como Palacio Vista Eder, haciendo honor a las hermosas vistas, desde cada una de las habitaciones de este hotel boutique se disfruta de la brisa, la bahía, y se observa a la gente pasear por la extensa playa de la Concha.
El palacio, diseñado por el arquitecto Francisco Urcola, se encuentra a unos pasos del Palacio de Miramar, residencia de verano de la Reina María Cristina desde el siglo XIX. Actualmente, la presencia del estilo Vascofrancés se contempla en la arquitectura exterior dando como resultado un reflejo de esos detalles en el interior, combinando un diálogo muy sutil con el concepto depurado de Nobu. Este emblemático palacio se puso en manos del diseñador Tomás Alía para plasmar el concepto de lujo requerido por la firma.
El estilo japonés y la filosofía de Nobu son conocidos por un carácter y una esencia muy marcada, lejos del estilo de la Belle Époque. Sin embargo, este hotel consigue establecer un vínculo entre los dos conceptos. El espacio se caracteriza por un sentimiento optimista, lleno de satisfacción, dominado por la elegancia y el refinamiento; aspectos que combinan a la perfección lo moderno y el lujo Nobu.
El sense of arrival se concibe como un efecto de transición entre el lenguaje vasco afrancesado de la fachada y el concepto japonés de Nobu. Tomás Alía desarrolla este espacio como si de una galería de pórticos Tori japoneses se tratase, llevándolo a un estilo contemporáneo. Estos pórticos nacen, conceptualmente, del ensamble de las maderas de la arquitectura tradicional, mientras que la luz y texturas de aspecto pétreos potencian un ambiente casi espiritual y zen desde la llegada del cliente al hotel.
Nobu Terrace, es la zona dedicada al servicio de desayuno y bar-coctelería. Está ubicada de manera estratégica, en la que se proyecta el suelo hasta perderse con el horizonte de La Concha consiguiendo una sensación de vínculo constante con el mar mediante grandes ventanales que permiten la visión panorámica del mismo, aprovechando la terraza exterior. Los paramentos verticales son tratados mediante celosías que simulan el movimiento del viento procedente del mar.
Todo este espacio queda jerarquizado por una barra de aspecto pétreo que simula una gran roca de pizarra que emerge del suelo, acompañado por una lengua que discurre por el techo con efecto espejado introduciendo, de nuevo, el mar en el interior.
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