Mis primeras palabras quieren ser un recuerdo emocionado a todas las víctimas del Covid 19, un mensaje de ánimo a todas las familias que han perdido a un ser querido y un sentido reconocimiento y agradecimiento a todos los sanitarios, cuerpos profesionales y personas anónimas que han luchado contra esta pandemia y son ejemplos de entrega y solidaridad. Es maravilloso ver la respuesta que la ciudadanía y el personal de nuestros servicios públicos, el pueblo andaluz, tiene para afrontar esta pandemia y demostrar sus mejores y más altos valores.
Vivimos un momento crítico y de cambio, un escenario adverso y de gran incertidumbre económica, social y sanitaria, pero no vean en mis palabras ni pesimismo, ni mucho menos derrotismo. Entiendan que el Turismo es un sector en constante cambio, muchos de los cuales, y últimos se han producido de forma disruptiva o brusca como la irrupción de las redes sociales, las Otas o la economía colaborativa por citar algunos.
Desde hace años, la Industria Turística en Andalucía es uno de los pilares fundamentales de nuestra economía y la imagen de nuestra región en el exterior. La diversidad de nuestros servicios y productos, el clima, la calidad, las playas, nuestro entorno natural y riqueza patrimonial, la gastronomía, la seguridad, la oferta sanitaria junto a unas importantes buenas infraestructuras de transporte, alojamiento o restauración, han convertido Andalucía en un destino turístico líder que ya representa más del 12% del PIB andaluz y que no ha dejado de crecer en los últimos años. Las cifras hablan por sí solas: 32,5 millones de turistas, 21.800 millones de euros de ingresos o 420.000 ocupados.
2020 solo debe suponer un paréntesis en esta evolución que debemos saber aprovechar para acelerar procesos tan vitales como la digitalización, la sostenibilidad y la optimización de la gestión empresarial. Pienso que debemos evolucionar hacia un modelo más flexible, más personalizado, más sostenible y absolutamente enfocado hacia las personas y su naturaleza humana. Las empresas turísticas debemos adaptarnos rápido a la nueva realidad digital y conciencia ambiental, sin olvidar nuestra esencia porque somos al fin y al cabo empresas humanas que hacen realidad sueños, experiencias, sentimientos, recuerdos, el bienestar y para ello la experiencia o el contacto social es básico –no lo confundamos con el distanciamiento físico-.
Es cierto que en el actual horizonte y a corto plazo, en esta temporada estival que esperemos se prolongue, el mercado nacional será nuestro mejor aliado para paliar un mercado mermado y un poco reacio a viajar. Pero no debemos olvidar que el turismo nacional el pasado año ya fue un “gran protagonista” de la actividad turística andaluza, contabilizando más de 20 millones de turistas españoles. Andalucía te sorprende y ofrece una experiencia siempre diferente y mejor que la anterior.
Decía un novelista inglés “Si no piensas en el futuro, no puedes tener uno”. Aunque la realidad es compleja. Responder a esta complejidad es probablemente el reto estratégico más importante al que nos enfrentamos las empresas turísticas. Para ello, nos vamos adaptar a los nuevos cambios, pero también precisamos del apoyo público.
Es hora de que las Administraciones Públicas demuestren su verdadero compromiso, su capacidad de colaboración y acción, su unidad para fortalecer nuestras capacidades y poner solución a los problemas, de poner el Estado al servicio de uno de los pilares de nuestra economía y el empleo.
No hacerlo, no corregir el rumbo, mantener las rigideces o dejar que el tiempo se encargue de resolver los problemas, sería inaceptable porque lo que empieza a faltar es precisamente tiempo. Hechos y decisiones hacen más que voluntades y anuncios. Necesitamos certidumbre, confianza y seguridad.
Y termino, Andalucía ha demostrado una gran capacidad de resiliencia, adaptándonos y potenciando la actividad lo que nos ha permitido crecer durante estos últimos años y nos permite mirar con optimismo el futuro.
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