Opinión

Así es el esperanto financiero del turismo
Fernando Gallardo. Conferenciante, escritor y crítico de hoteles.

Opinión en Touristic News

A pesar de no haber alcanzado los 100.000 dólares soñados, ha sido un año excepcional en el que todo ha ido en aumento para Bitcoin: más adopción, más vehículos de inversión, más capitalización y más reconocimiento. Ha logrado convertirse en la moneda de curso legal de El Salvador y su rentabilidad llegó a superar el 90%. Tras su reciente corrección actualmente se sitúa en 49.200 dólares, mientras que las resistencias están en 50.000, 55.000 y 60.000 dólares. Según Bloomberg, el año próximo logrará batir los 70.000 dólares y, una vez ocurra, no tardará en alcanzar su más que deseada meta.

Con este enunciado, una firma tan poco sospechosa de no ser un banco tradicional, el BBVA, despide el año en su boletín de recomendaciones a sus clientes. Concretamente a quienes poseen una cuenta abierta en criptomonedas del BBVA en Suiza (en España, la regulación de estos activos digitales mantiene un ostensible retraso con respecto al pequeño país de los Alpes). En consecuencia, los expertos de esta entidad bancaria consideran que el Bitcoin goza de buena salud y aún cabrían esperar próximas revaluaciones a lo largo de 2022.

El sector turístico se mantiene por ahora en una cauta espera ante la evolución del Bitcoin y otras monedas digitales, comprensible debido a su fuerte volatilidad, pese a que la moneda madre haya dado señales de que sus oscilaciones no son tan brutales como las que revelaba hace una década. Se hace difícil aceptar un pago en Bitcoin y que conste en el balance de la compañía cuando un día después este ingreso puede valer un diez o un veinte por ciento menos. Así me lo confesó hace unos años el pionero de las criptomonedas en las agencias de viajes, Amuda Goueli, fundador de Destinia. Aunque la mayor parte del ingreso en Bitcoin sea canjeada rápidamente en moneda fiat, algo se quedará en la caja —pensamos todos—, lo que podría haberle reportado unas revalorizaciones de cientos o miles de veces lo guardado. Ser un hodler le ha supuesto a millones de ciudadanos un beneficio indudable dentro de la economía digital.

Esta lectura minusvalora, sin embargo, la verdadera fortaleza de las criptomonedas. Que no es su valor de mercado, ni la flexibilidad que ofrecen como activos financieros. Su atractivo principal para el turismo es haber consolidado en apenas una década su característica monetaria en la nueva economía. El Bitcoin es el ‘esperanto’ financiero de la sociedad digital.

Qué otra cualidad podría definir mejor la esencia del turismo, el libre movimiento de personas por el espacio hasta ahora geográfico —y mañana también virtual— de un mundo fragmentado en territorios por exigencias del guion, hasta ahora analógico, de nuestra existencia política, social, cultural y biológica. Esto es, el turismo, como actividad natural del salto de fronteras, es la actividad idónea para este ‘esperanto monetario’ que se adivina en su horizonte. El canjeo permanente de divisas en el viaje no solamente incomoda al viajero, sino dificulta las operaciones y grava los beneficios de las empresas que se dedican al turismo.

De igual modo que el turista viaja con su maleta, con su cepillo de dientes, con sus camisas, con sus zapatos y hasta con sus dispositivos móviles, todos exonerados de regalías territoriales, muy pronto incorporará a este ajuar migrante una moneda digital que le permita tener acceso a todos los bienes y servicios de su viaje sin el menoscabo de su peculio por la obsolescencia de los sistemas administrativos y la negligencia de quienes los gestionan en superar las insuficiencias tecnológicas del momento.

Sí, el Bitcoin, o la criptomoneda de futuro que sea capaz de sustituirlo, acabará convirtiéndose en la moneda única del mundo mundial.

En este punto, el Bitcoin lleva una considerable ventaja sobre otras criptomonedas nacidas al calor de este esperanto matriz pues, si bien atesoran increíbles ventajas para otras funciones económico financieras —el Ether, como soporte de los contratos inteligentes; el Sol, como cimiento de una nueva modalidad de autenticación mediante la denominada Prueba de Historia; además de criptomonedas estables como el Tether, DAI, BUSD, USDC que amortiguan la alta volatilidad actual de los activos susodichos—, su adopción no está siendo tan masiva como la de la moneda original, que mantiene una fortaleza expresiva de entre un 40 y un 60 por ciento del mercado global.

Así lo explica el BBVA:

Por su lado, Ethereum ha protagonizado diversas actualizaciones durante los últimos meses enfocadas a su gran reinvención que tendrá lugar en 2022, mutando a un protocolo a prueba de participación (PoS) que implicará la validación aleatoria de las transacciones. Según Coin Price Forecast, el ether, cuyo máximo histórico fue de 4.891 dólares, subirá en la primera mitad del próximo año a 9.000 dólares. Los casos de uso serán un factor determinante en el crecimiento de la red ( NFTs, Defi, Cefi, Metaverso…).

No hay duda de que se espera un 2022 apasionante para el mundo de los criptoactivos y su validación en el metaverso del turismo.